11 jul 2007

Someday's dreamers


Empecemos con un ejercicio de imaginación. Pensemos en un mundo exactamente igual al nuestro actual, con sus calles, sus aglomeraciones, sus trabajos mal remunerados…Bien, ahora metamos una nueva variable: La magia. Pero no la magia como siempre la solemos concebir, con hechiceros, brujas y demás, sino como algo cotidiano. Es decir, ser mago es una profesión como otra cualquiera, con jefes, oficinas, aprendices y clientes. La única diferencia es que no se hace, se nace. Para tener posibilidades de usar la magia debe haber estado esa capacidad presente en tu pasado familiar. Este es el caso de Yume Kikuchi, una joven aprendiz hija de una poderosa maga (la cual no ejerce en la actualidad), que llega a la gran ciudad para comenzar su instrucción bajo la tutela de Oyamada Masami, uno de los mejores magos de la capital. Pero el camino no será nada fácil para ella, dado que unidos al hecho de que su aclimatación a la vida de ciudad es lenta y costosa, se encuentran aspectos de la propia magia que la sorprenden, junto a otros que directamente no alcanza a comprender, y que la llevarán a meditar tanto durante los encargos de los clientes como en la habitación que posee sobre el bar de salsa que regenta Oyamada.
Derivadas de esas divagaciones le surgirán muchas preguntas y dudas: ¿Por qué hay reglas para el uso de la magia?¿ Realmente estoy capacitada para ser maga? Y sobre todas ellas, ¿mi magia, hace el bien, o le provoca más dolor a la gente?


Como probablemente habréis deducido, esta no es una serie basada en la magia al uso. Los guionistas apuestan en ella por un enfoque 100% emocional y atento a las reacciones y pensamientos humanos, dejando completamente de lado las escenas de batallas, acción y similares que habitualmente suelen ir de la mano de las apariciones mágicas de los universos de animación. Partiendo de esta base y de lo explicado en el argumento, nos encontraríamos pues con un anime de corte optimista, pero que sabe reflejar perfectamente las diferentes trabas que encuentra una persona en la búsqueda de la consecución de sus metas. Esta ambigüedad a la hora de determinar la proximidad mayor o menor del éxito y el fracaso estará presente a lo largo de toda la serie, y no solo en la ingenua y pensativa Yume, sino en todos los personajes que irán apareciendo a lo largo de la misma, dado que aunque la mayoría de los casos su primera aparición tendrá un claro halo alegre, más tarde se comprueba que todos y cada uno de ellos tiene también barreras que dificultan su sueño. Y es que si algo nos transmite Someday’s dreamers, es que toda persona, independientemente de que sea buena o mala, lista o tonta, maldicha o afortunada; tiene sueños que por una razón u otra, aún no logró cumplir.
Esta emotiva idea subyacente a la historia viene apoyada de una forma realmente lograda por los aspectos técnicos, con un dibujo de buena calidad y animación muy correcta, con algún que otro momento de brillantez, y un uso del ordenador que no desentona con el conjunto, donde Someday’s dreamers da un paso adelante es en cuanto a imágenes fijas y banda sonora. Las primeras son una constante a lo largo de la serie, y tienen una calidad sobresaliente, y aún siendo bastantes, no llegan a ralentizar de forma negativa el ritmo narrativo. En cuanto a la música, no será la mejor banda sonora que haya en el mercado, pero las entradas de cada canción coinciden perfectamente con la acción que sucede en cada momento, y le dan un toque adicional de valor emocional a cada imagen o secuencia.

Comentado todo esto, llegamos al final, por lo que resumiré diciendo que sin ser una obra maestra (se le pueden achacar algunos fallos, si bien a mí me transmitió y gustó más que algunas que si calificaría de tal forma) esta serie de solo 13 capítulos, es realmente bonita y emotiva, y que entre todos los animes que vayáis viendo, cuando queráis cuatro horitas de relax y de meditar sobre vuestras vidas en clave optimista, deberíais hacerle un jequecillo y disfrutarla.
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